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  • Foto del escritorSello InCorrecto

Aves Binarias y otros desperdicios surrealistas

En Ibagué –la capital musical de Colombia; hoy reconocida por el desfalco de los Juegos Panamericanos– hay una época del año (que a falta de estaciones podríamos nominar como verano) en la que florecen los Ocobos, dejando una estela rosada de flores sobre las calles principales, colegios y parques de esta ciudad intermedia.


Similarmente en Tokio, las sakuras (桜 o さくら) o cerezos japoneses florecen en la primavera justo antes del inicio del año académico (es decir, al final de las vacaciones). Aunque con mi sueldo de corrector estilo jamás he podido viajar a Japón, un amigo que estudia música en Tokio me contó que para esta época los japoneses suelen reunirse en los parques y tomar las onces.


El duo Flash Amazonas en la pluma del propio Julián Mayorga


Este romanticismo, por supuesto, no es posible en una ciudad cuyos platos típicos son la lechona y el tamal. Sin embargo, recuerdo de mi infancia (en Ibagué; no, Tokio) que el florecimiento de estos árboles ofrecía para el ambulante pijao la posibilidad de sentir que su terruño se llenaba de cierto misticismo; aunque siempre interrumpido y frustrado por las busetas naranjas/rosadas tan típicas de esta ciudad.

Conocí a Julián en Ibagué porque una amiga rola me encargó conseguir unos discos de mi paisano, aprovechando que siempre pasaba vacaciones allí. Yo estaba algo sorprendido y muy interesado –¿Es posible que en Ibagué alguien que haga esto? La escena que yo había conocido siempre estuvo muy limitada y constituida principalmente por rockeros, metaleros, hardcoreros, skinchos y punketos (o sea, lo de siempre, pero más pequeño y más chirri).


Mi sorpresa fue aún mayor cuando Julián me dijo que nos viéramos en un estudio de grabación en el centro de la ciudad –que, por supuesto, no conocía– para entregarme los discos. Mi primera impresión de él fue que era un tipo extraño y amable. Me dejó acompañarlo durante la grabación y, al final, me acercó a mi casa en el barrio Pierda Pintada; él vivía en las afueras de la ciudad, en el barrio El Topacio.


Esta es la primera reseña musical que escribo en mi vida [recurso retórico], entonces no sé si ya perdí –o no– el hilo de lo que quería decir… El punto es que Julián y su música no era algo que esperaba encontrar en los recovecos de la meseta más caliente de Colombia, como tampoco se espera que en la capital del aguardiente Tapa Roja las calles, dos veces al año, se pinten de rosado.

Sin embargo, como dice el dicho popular, nadie es profeta en su pueblo y Julián terminó viviendo en España desde hace unos años. Durante su recorrido como ave migratoria, sobre el Atlántico conoció a Ryota Miyake, un japonés, que había tenido proyectos de música electrónica tan extraños, singulares y geniales como los de Julián. La primera colaboración que conocí de este dúo colombojaponés fue la canción “Sayonara”, que narra algo así como como la leyenda de los tunjitos –estatuillas de oro indígenas– pero en el espacio.


Después de esto, la similar extrañeza de estos abanderados de la música del futuro devino en amistad y formaron la banda Flash Amazonas, que el día de hoy lanza su disco Binary Birds and Other Rubbish Surreal Things; una conversación entre dos aves migratorias que se detuvieron, a medio camino, a hablar de las flores de primavera.


Portada del disco de Flash Amazonas, Binary Birds and Other Rubbish Surreal Things

En efecto, mientras escuchaba este álbum tratando de encontrar una ruta para escribir esta reseña, me percaté del recurso dialéctico que acompaña a sus canciones, el cual se articula a la perfección con la bizarra, jovial, divertida y juguetona personalidad de sus creadores. Así, podemos encontrar en las canciones que componen este álbum surreal ritmos propios del bambuco, la salsa, el bolero y el joropo dialogando con los sonidos rituales de los tambores japoneses, las música pop de los 80 (hoy la base del Vaporwave) y los sonidos espaciales característicos de la electrónica niponesa.



En esta amalgama de líneas de fuga encontramos a, por ejemplo, “Agua” –el tema con el que comienza el álbum– que cuenta la historia de una gran cabra espacial que invoca algunos seres acuáticos con el fin de conquistar el planeta tierra. La Selección colombiana de fútbol de los 90 debe combatir estos temibles seres, pero –como en el pasado– son derrotados y se impone el imperio del disco acuático sobre toda la humanidad. Mientras una guacharaca acompaña la percusión, Ryota recita un haikú que muy probablemente narra, de manera metafórica, la pérdida irremediable de la raza humana. Después sonidos acuáticos análogos a un palod’agua anuncian el reinado eterno de las criaturas marinas.


En un formato y un registro bastante diferente, “Binary Birds” inicia con la emulación de un dial de teléfono que introduce esta balada country y soul en inglés que se perfila en la vanguardia del new wave contemporáneo; una canción nostálgica para vaqueros espaciales. La canción “Phantasmagoria” es el primer representante del Bambucowave en español de la historia; un tema en el que se articulan los gestos musicales inconfundibles de Julián con las bases percutivas, ambientales y lo-fi propias del Vaporwave provenientes de Japón (Ryota haciendo de las suyas). Por último, mi favorita, “So Much Hotness” un hip/hop con marimbas en el que el dueto se propone hacer explícito la conversación del faisán verde y el cóndor andino sobre el verraco (o berraco) clima caliente de Tokio en el verano y de Ibagué (todo el tiempo).



Con la descripción de estas rondas infantiles para adolescentes otakus de tierra caliente, espero que le quede claro al lector (¡y que se vaya preparando!) la originalidad y singularidad de cada una de estas piezas musicales, en las que Ryota y Julián despliegan diferentes posibilidades de composición y de narración (también a nivel visual como lo vemos en sus videoclips). Por esta razón, las 10 canciones que componen este disco pueden resultar bastante eclécticas, sin perder por ello la personalidad que caracteriza al dueto de Miyake y Mayorga.


Juan Sebastián Martín-Leyes

Presidente del club de fans no-oficial de Julián Mayorga << Subdivisión El Espinal>>

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