Topografías sonoras: Las Ciudades Devoran Pueblos - Hermanos Menores
- Sello InCorrecto
- 6 mar 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 13 mar 2019
Trazos, líneas, caminos, lugares, mapas. Encontrarnos e identificarnos con algún lugar del mundo es una de las necesidades más básicas de nuestra construcción como sujetos. Pensarnos y caracterizarnos a través de un contexto geográfico nos ayuda a generar una identidad, a sentirnos parte de algo en un inmenso terrero.

De este modo, Hermanos Menores ha sido una banda que, queriéndolo —o quizás no—, se ha empeñado en generar una serie de topografías sonoras, y en esta ocasión nos presentan Las ciudades devoran pueblos. Con el recurso base de la bitácora de viaje, del cual también parte Campoamalia, su primer disco, iniciamos otra aventura a través de un espacio físico, pero sobre todo a través de uno histórico y sociocultural. Este álbum es una invitación a que pensemos en nuestros padres, abuelos, tíos, primos y amigos, que por aconteceres se han tenido que movilizar, cambiando sus tierras de siembra por el polvo de las calles.

La incertidumbre, la flaqueza y la impotencia a la que se enfrentan los nuevos habitantes de estas tierras desconocidas que parecen absorber cualquier energía vital se ven reflejadas a través de la gran fuerza y estridencia del sonido que ha tomado la banda con esta nueva entrega. Sonido representativo de miedos, de dudas, de momentos críticos, de rabia ante la impotencia de no poder parar el exterminio de sus imaginarios colectivos generados a partir de toda una sucesión de tradiciones ancestrales. La idea capitalista de progreso, alabada desde la revolución industrial, ha consumido no solo el respeto y amor por nuestras tierras, sino también por nuestros cuerpos; hemos acabado convertidos en un residuo de la ciudad cuando pudimos ser el beneficio de los pueblos. Progresar no es expresamente signo de avance o mejora, progresar también implica degradación, corrupción, putrefacción, asesinato a lo vivaz y, en este caso, de lo originariamente humano.

Desde este filtro, Hermanos Menores propone una cartografía, que más allá de imaginaria, nos lleva a pensar que el pueblo y la ciudad podrían ser cualquiera. Pueden ser nuestros padres llegando a la capital por la centralización del trabajo, los indígenas Guaraníes abandonando sus territorios a causa de la mercantilización de la tierra, o los campesinos expulsados por la violencia; y así hay cientos de ejemplos en los que el territorio está en manos de un futuro difuso y que solo es prometedor apenas en el ideal (y en el de unos cuantos).
La propuesta no solo se desarrolla a nivel musical: teniendo en cuenta que esta grabación fue realizada en bloque, el sentimiento de atropellamiento está dado por la fuerza que cada miembro impone a través de su instrumento en todo momento. La estética juega crudamente mostrando toda la rudeza del asfalto o del metal que es fácilmente comparable al primer álbum, con una tendencia mucho más dada hacia lo rural.
Hermanos Menores nunca ha necesitado letras para hacer entender a quién lo escucha lo que quiere decir, aquí la estridencia nos plantea el caos apoteósico de las líneas de separación, de las fronteras, que hoy por hoy, tanto han dado de qué hablar. Ellos nos invitan a cuestionar la barrera y ver cómo todo aquello que hemos construido se está tragando sin compasión lo que nos parió, bien lo dijo Chavela: las distancias apartan las ciudades, las ciudades destruyen las costumbres.
Escrito por Daniela Trujillo
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