top of page

La vida poco diáfana de Jhon Viáfara:El hombre que la cagó en la Bombonera, y la volvió a cagar

  • Foto del escritor: Sello InCorrecto
    Sello InCorrecto
  • 20 mar 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 20 mar 2019



Recordar es vivir; y hoy, las noticias nos dieron un gran motivo para recordar a un hombre cualquiera: Jhon Viáfara, exfutbolista colombiano. Esta semana fue arrestado en Miami acusado de narcotráfico. Durante su decepcionante carrera pasó por el Medellín, el Pasto, el América, el Once Caldas y algún otro equipo colombiano que se me queda por fuera. Su paso por el Once Caldas le sirvió para vivir toda la vida del cuento de que era un gran futbolista. ¿Por qué? Pues le metió un gol de media distancia al mismísimo Boca Juniors en la final de la Copa Libertadores del año 2004. Un verdadero zambombazo, como diría el Perro Bermúdez.



Ahí su carrera despegó e hizo parte de una camada de jugadores del Once Caldas que pudieron migrar al fútbol europeo, siendo quizás el más recordado Elkin Soto, a quien los comentaristas colombianos habrían comparado con Modrić si fueran un poco más contemporáneos. En el caso de Viáfara, el impulso de su remate le dio para llegar a Inglaterra. Un año después, el Portsmouth, un equipo de media talla, lo contrató esperando que sacudiera las redes británicas, como aquella vez que venció al ‘Pato’ Abbondanzieri en el Palo Grande. Nada pasó con Jhon. Su carrera fue gris y no hizo nada más. Pero lo poco que hizo le dio para pasar por la Real Sociedad y llegar a la Selección Colombia ( que, dicho sea de paso, era una selección pedorra, en la que la gran estrella era Wason Rentería y un montón de pelafustanes que ni quiero mencionar ).


Bueno, pero ¿por qué jijueputas les hablo de Jhon Viáfara? Pues, aparte del gol mítico que ya recordamos, el mediocampista oriundo de Jamundí protagonizó un oloroso episodio, en la vuelta de la misma final de la Copa Libertadores.



De la Bombonera, se dice de todo en el universo del fútbol. Es de los estadios más temidos del mundo entero. Los gritos de miles de hinchas reverberan y aturden a los jugadores sobre la gramilla. El que no se cague del susto, no es ser humano. Eso le pasó a nuestro héroe. Entró descompuesto desde el minuto 0 de partido. Después de varios minutos Jhon se acercó a la banda donde estaba su técnico, Luis Fernando Montoya «el Campeón de la Vida» [jaja, el hijueputa periodismo de este país] y le dijo:


―Profe, sáqueme que estoy que me cago.


Jhon en su etapa de gangster

El estratega, que se negaba a perder a su jugador estrella, no hizo caso a las peticiones de Viáfara, y él, el héroe de Palo Grande, no tuvo otra opción que jugar con la plasta floja. Pasaron unos minutos más y la adrenalina de la final hizo que Jhoncito hiciera lo impensado: cagarse en la pantaloneta. Me imagino que aprovechó un saque largo de Abbondanzieri y, songo sorongo, fue cagándose en sus pantalones cortos. Perdón si soy redundante «o cacofónico(?)» en mi redacción, pero tecleo y tecleo, y todavía me deja atónito esta historia. Pese a su intempestiva decisión, Viáfara lo pensó bien: la historia sería mucho más desagradable si el Once Caldas vistiera con su tradicional indumentaria blanca. Ese día el uniforme era completamente negro, lo que hizo que la historia se supiera mucho después y fuera, sin duda, menos desagradable.


Cuenta la anécdota que un par de jugadas más tarde de la poposiada, los jugadores en el terreno de juego se comenzaron a dar cuenta del nauseabundo olor. Tiro libre para Boca. Henao «el arquero más feo de Colombia» comenzó a armar la barrera. Obviamente puso a Viáfara, porque aparte de cagón es muy alto. Cuándo sus compañeros de equipo y los jugadores de Boca se comenzaron a acercar, todos se miraban los taches a ver si habían pisado algún mojón de los perros de seguridad. Martín Palermo «el Blondie que se echó tres penaltis contra Colombia en un mismo partido» le preguntó a Andrés Orozco si sabía a qué se debía el horrible olor. Viáfara, que estaba justo al otro lado de Orozco, le dijo al oído: ―Soy yo güevón, me cagué en los pantalones. El Flaco Schiavi escuchó y olió todo, y le dijo a sus compañeros: ―Cuidado al marcar al negro boludo este ¡SE CAGÓ EN LOS PANTALONES CORTOS!


Viáfara, como buen héroe, no se dejó amedrentar por la situación. No le pesó ni la camiseta, ni mucho menos la pantaloneta. Pasaron los minutos y el árbitro marcó el final del primer tiempo. Jhoncito pegó tremendo pique, para ir a las duchas a limpiarse toda la mierda que tenía en sus pantalones cortos. El resto es historia. El Once Caldas ganó la final por penaltis. Henao se hizo gigante bajo los tres palos. El profe Montoya ganó su anhelada copa y no se arrepintió de no haber sacado a Viáfara. Días más tarde al profe le pegaron un tiro en Manizales por intentar robarlo y se ganó el estúpido mote de «Campeón de la Vida», como si quedar inválido de por vida no fuera suficiente castigo.


Recordar es vivir. No voy a hablar nada de la pena que afronta este pésimo jugador por narcotráfico en Estados Unidos. Para mí este hombre pasará a la historia por su escatológica proeza en suelo argentino. Este tipo es una postal colombiana. El verdadero Santurrón colombiano, por lo menos a lo que a ese partido se refiere.


Texto escrito por Santiago Álvarez Méndez

Comments


¡Suscríbete o muere!
leer más

¡Felicitaciones! Sobreviviste.

  • Bandcamp - círculo blanco
  • Instagram - Círculo Blanco
  • Facebook - círculo blanco
  • YouTube - círculo blanco
  • Twitter - círculo blanco

© 2018 IN-CORRECTO

bottom of page