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Primer comunicado extraordinario del sindicato SIN-CORRECTO

  • Foto del escritor: Sello InCorrecto
    Sello InCorrecto
  • 4 abr 2019
  • 3 Min. de lectura

In-Correcto será la espada que libere a América Latina. De eso no tengo dudas, es lo único que mi corazón puede reconocer como verdad. ¡Pero amigos y amigas [amiges (?)]! La revolución comienza en casa y, siempre, con lo más sencillo: un simple examen de conciencia. Porque no en otra parte encontraremos la inocencia que necesitamos para la liberación.


¡Oh, compañeros, los he visto! Los amo y los quiero. Pero también sé que en ustedes vive la misma codicia del patrón, la misma avaricia del banquero, la misma arrogancia del político. Lo sé porque hasta en mí –el más incorrecto de los incorrectos– he visto tan feos vicios. Y es que señores, señoras, [señorus (?)], el capitalismo es el más cruel de todos los enemigos, porque logra contaminar las almas del inocente Pueblo.


Nuestro país, –¡oh, cómo me duele nuestra bonita Colombia– que por tantos problemas ha pasado; en el que la revolución no ha sido derrotada; en el que cada vez que nos caemos, nos levantamos; en el que corre la sangre de esa bonita y a la vez temeraria historia sindical. ¡Oh, esa historia, hermanas y hermanos [hermanes (?)]! Esa historia debe vivir en cada uno de nuestros corazones incorrectos.



Pero para eso necesitamos del don de la inocencia. ¡Y podrán aquellos supuestos señores, señoras [señorus (?)] de avanzada, acusarme de cristiano! ¡Pues que me acusen! Nadie podrá negar tampoco nuestra herencia, nadie podrá negar tampoco ser inocente de su cristianismo, ¡que el primer ateo puro, lance la primera piedra! Pero si soy cristiano, no soy un embaucador. Soy cristiano en su sentido original, de la única manera que puede ser comprendido sin ser tergiversado por los opresores en otra técnica de sumisión: ¡digo que soy cristiano puesto que amo a los pobres, a los oprimidos, a los tullidos, a los débiles, a los condenados!


No obstante no solo los amo. Más bien, mi amor no es un amor pasivo (si es que es posible tal aberración). No solo quiero contemplarlos en su sencillez y su desgracia, también quiero que se transformen, que se liberen, que se rebelen, que rompan aquello que los ata, aquello que los somete. Pero sé que esto no se hará de la noche a la mañana, ni mucho menos de un día para otro. La verdadera revolución es como una enfermedad: necesita un tiempo de gestación; es menester, antes de que se tome por sorpresa los órganos vitales de este endémico y corrupto sistema. Solo en relación con ello es que grito y digo: ¡La revolución comienza en casa!


Por eso es necesario que comencemos viéndonos a nosotros mismos, cumplamos el llamado de los antiguos filósofos que crearon las más bellas utopías. Podemos empezar, por ejemplo, viendo los hermosos consejos que el compañero Camilo publica en su página Rapaz mi pez o viendo las maravillosas notas de Daniela, o viendo esa bonita página que hizo Tania para comunicarnos y seguir unidos. Pero no se dejen engañar por las mentiras de Santiago Álvarez, o como lo llamamos en el sindicato, Mefistófeles o Mr. Incorrecto. Él solo quiere que trabajen más por un menor sueldo, ¡por nada! Recuerden amigos, amigas, [amiges (?)], el llamado de nuestro viejo, sabio y amigo del Pueblo, el viejo Carlitos: "lo único que pueden perder son sus cadenas".


― Sebastián "El Ceviche" Martín-Leyes, líder del sindicato Sin-Correcto, filántropo

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