Tuqui or not tuqui
- Sello InCorrecto
- 4 mar 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 5 mar 2019
Manifiesto In-correcto para los días venideros, pasados y presentes
Tanta fe se tiene en la vida que se pierde el pesimismo. Es claro: si naciste en Colombia, deberías ser pesimista. Lo extraño es que, al parecer, somos ciudadanos del país más feliz del mundo, un honor del cual también es necesario desconfiar, ya que no se puede medir de manera científica la felicidad; aunque damos aquí algunas posibilidades:
Se mide el diámetro promedio de la sonrisa y se multiplica por la población del país para obtener un número específico de felicidad.
Los litros de alcohol consumidos son proporcionales a una magnitud de la felicidad por litro cúbico.
El número de festivales, carnavales, fiestas, ferias, cofradías de cada pueblo o centro urbano del país se divide por el número de habitantes y luego se multiplica por la extensión del territorio.
. Bueno, estas son solo ideas no avaladas —todavía— por la ciencia.
Mientras tanto, lo único que es posible expresar como nuevo manifiesto para nuestro país es este: «La única forma de ser colombiano es a través del pesimismo».
Este puede ser un pesimismo alegre que se exprese bajo la siguiente máxima:
«Tuqui or not tuqui».
Si no estás tuqui, puedes estar medianamente alegre de no haber sufrido el mismo destino de una proporción mayúscula de la población; pero, igual, el solo hecho de haberte hecho la pregunta, ya es una causa de pesimismo.

Así, las cosas se nivelan.
Así, el universo vuelve a su estado de imperfección estable (sin embargo).
Si hace frío, te cala los huesos.
Si hace calor, te achicharras.
Si te matan, te matan bien (o, explícale a alguien los distintos significados del tamal en Colombia).
Si vives hasta los 90 años, vives aburrido, viendo mala televisión y tomando emulsión de Scott.
Aunque lo parezca, nuestra intención no es hacer política, sino establecer un estado de ánimo que puede extenderse a lo filosófico, a lo existencial, a lo tecnológico, a lo agropecuario: estamos inconformes.
Esta inconformidad nos puede llevar directamente a lo incorrecto.
Nuestro estado de ánimo quiere hundirse en la gente como si fuera la gripa; la única enfermedad noble de las que existen, la única enfermedad indestructible. Nuestro estado de ánimo quiere despertar ansiosamente a la gente a las tres de la madrugada, como el zancudo, animal incorrecto por excelencia. No tendrá las grandes mandíbulas del tiburón ni la inteligencia del tigre, pero el zancudo puede esparcir la enfermedad de la malaria o el dengue entre toda una población humana; o puede simplemente ser ese ruido que interrumpe tus sueños y no te deja volver a dormir.

Nunca en este país ha habido algo que nos guste en términos de cultura o de política, así que, ¿será mucho pedir que alguien lo haga? O, por lo menos, y de acuerdo con nuestro pensamiento: ¿será posible pedir que alguien haga una cola durante varios días para conseguir un certificado que nos permita quejarnos de que no haya algo que nos guste?
Somos de izquierda. No porque nos guste o sepamos ejercer la política, sino porque nunca hemos gobernado y sólo nos gusta quejarnos. Por supuesto, nos adherimos al Groucho-Marxismo, el más noble de los marxismos, el más real de los marxismos. Nuestra revolución es un chiste y se hace a través de chistes sobre orines y sobre la filosofía nihilista de Pacho sin Fortuna.
Queremos ser parte de un grupo selecto que se queja de las bandas que tocan actualmente todos los sábados en la noche y de todos los escritores majestuosos que levantan su voz en los festivales organizados por el Estado.
En este sentido, somos materialistas escatológicos en toda la dimensión de la palabra. Es decir, creemos fervientemente que el fin del mundo está cerca y, también, nos gusta hacer chistes sobre los distintos tipos de mierda.
Somos incorrectos, pero además estamos inconformes, incómodos y somos insaciables.
Nos gusta la comida como la literatura y la música: la barroca y la chatarrera.
Nace, pues, un animal incorrecto, el mosquito o el camello. Texto: Camilo Casallas
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